5 nov 2008

Sociedad
14 de febrero de 2008
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Paraguay: instantáneas de una masacre

La tragedia contada por sus víctimas

Por Gustavo Torres, especial para Causa Popular.-

Días antes del juicio, Causa Popular habló con algunas victimas del Ycuá Bolaños y pudo construir un duro pero imprescindible retrato que permite comprender la gravedad del caso, y la inhumanidad de quienes pretenden que el caso quede impune. Cuatro testimonios que permitirán comprender el dolor de todo un pueblo que ha sido humillado nuevamente.


- Lourdes Romero: “No puede imaginarse la soledad que hay en la casa ahora”.

En la tragedia del 1 de Agosto perdí a mi hijo Julio César Tomás de siete años y a mis dos hermanas. La mayor: Emigdia Concepción Romero, economista de 42 años; la menor Lina Mercedes Romero, de 35 años, docente de la universidad Nacional de Asunción de la Facultad de Ciencias Económicas, ella era Licenciada en Administración. Lina el 2 de Agosto tenía que dar su primera clase como profesora titular de una materia de la que había sido ayudante de cátedra durante un tiempo. Trabajaba mañana y tarde y todas las noches preparaba sus clases en power point. Estaba tan ilusionada.

Mi hermana mayor, la economista, se recibió dos años atrás. Las dos eran solteras y vivíamos todos en una misma casa, compartíamos todo.

No puede imaginarse la soledad que hay en la casa ahora: la mitad de una familia desmembrada, las tres habitaciones vacías, tres sillas vacías en la mesa...

No se puede describir con palabras lo que perdimos, lo que nunca volveremos a recuperar.

Mi hijito de siete añitos: él era un ángel de verdad. Fue muy inteligente, el mejor alumno en el primer grado en la escuela uruguaya Artigas. Era un niño maravilloso, cariñoso...

Mi otro hijo tenía cuatro meses cuando falleció su hermano mayor. Ahora está por cumplir cuatro añitos.

En la navidad pasada yo estaba llorando por su hermanito y él me preguntó por que lloraba, al explicarle la causa de mi tristeza él me respondió que desearía poner una escalera para llegar al cielo y darle un gran abrazo.

La casa está llena de recuerdos, llena de sus fotos. Nosotros vivimos en Trinidad, a seis cuadras del supermercado. Era como nuestro shopping del barrio. Les gustaba tanto ir.

Lo único que nosotros queremos es que se haga justicia y que los responsables paguen las penas que se merecen. Yo en particular, desearía que estén 75 años en cárcel por las vidas que me quitaron.

Confío en Dios y sé que actuará sobre ellos la justicia divina, pero necesito que se haga justicia aquí en la tierra en memoria de ellos y por las vidas que sesgaron. Si me preguntaran si confío en la Justicia de este país, la respuesta sería “la verdad que no”, pero en este caso deseo que se haga. Tengo una esperanza y una fé enorme. El dicho popular sostiene que “la fé mueve montaña” y creo que si todos estamos pensando en una forma negativa no se va a hacer justicia. Estamos rezando casi a diario.

- Anuncia Romero de Romero (72): “hay un incendio en Ycuá bolaños, pero ellas van a volver”.

Perdí a mis dos divinas hijas y a un nieto maravilloso. Estaban acostumbrados a irse al supermercado. Ese día me dijeron que se iban. Extrañamente yo estaba desesperada, con taquicardia, no sé lo que me pasaba y les repetía que por favor no se demoren en regresar; fue casi una premonición. Hice que mi hija mayor me prometiera que volverían en seguida para decorar el dormitorio de Lourdes que estaba en el Sanatorio. Esa fue la causa por la cual no nos fuimos todos porque nosotros los domingos salíamos a almorzar juntos.

Ellos habían ido a comprar un obsequio para mi sobrino que es monseñor, porque era el día del cura párroco el 03 de agosto

¿Te podes dar idea de que salgan tus hijas llenas de vida, llenos de salud, y que después de una hora vos tengas que buscarlas desesperadamente? Estábamos viendo la televisión y recibimos una llamada telefónica de Lourdes desde el sanatorio preguntando por sus hermanas. Allí ya estaban viendo la tragedia. Al enterarse mi marido me dijo “hay un incendio en Ycuá bolaños, pero ellas van a volver”.

En seguida salí, aunque mi marido de 78 años haya querido detenerme. Pero para ese momento, las autoridades ya habían cerrado todas las vías de comunicaciones que daban desde nuestra casa al Ycuá Bolaños. Allí comenzo la odisea: dimos toda la vuelta al mundo.

Fui al Ministerio de Salud Pública donde un doctor me dijo que me fuera a casa, que mis hijas estarían vivas, pero yo allí me quedé, no podía irme.

Después, me dieron la noticia de la muerte de mi hija Lina. Ella no tenía una sola quemadura en el cuerpo, murió de asfixia. Y yo estaba muriendo del dolor.

Una de mis hijas fue enterrada enseguida, la otra no podíamos ubicarla, pasaron un año y diez meses hasta tener rastros de su cuerpo. Luego de tres análisis de ADN descubrieron que había sido confundida y estaba sepultada en el mismo lugar que mi otra hija. Por lo que ella fue exhumada otra vez. Realmente hubo muchas falencias, en este proceso.

¿Te das cuenta de lo que nosotros pasamos: el sufrimiento, ese dolor?

Emi estaba totalmente carbonizada.

Mi casa es grande, llena de recuerdos, llena de diplomas. Mi marido y yo prácticamente morimos detrás de ellos. Estuvimos en shock, nos enfermamos 22 días. Nos dio una anorexia.

A mi nietito, le enterramos al quinto día, lo encontramos en la caballería, sólo su brazo estaba quemado.

Lo que más nos golpea es la ausencia.

Nosotros queremos que se juzgue porque este país es un país donde la plata brilla y la injusticia es grande. Pedimos que se condene con 25 años, nada más.

Son todos culpables: los Paiva, los intendentes, el arquitecto y el constructor que crearon un edificio con materiales de baja calidad a pedido de Paiva. Termiando el juicio iremos a otra instancia, para que sean juzgados Riera y Burt, que están libres hasta ahora.

- María Berzabé Meza viuda de Brizuela: “La mercancía antes que la vida”

El 1 de Agosto cerraron las puertas y mataron a mi esposo. El fue un ingeniero industrial y de obras. Paradójicamente él como ingeniero industrial presentó proyectos de prevención contra incendios al intendente anterior y al actual, pero nadie hizo caso. Siempre se preocupaba porque no existía una prevención contra incendio. No había siquiera un extractor eólico.

Un día le ofreció a los Paiva una instalación de prevención y ellos la rechazaron con la excusa de que era un sistema muy caro. Unos meses después le cierran las puertas para dejarlo morir.

No hubo prevención ni evacuación a tiempo. Él, como tantos otros, quedó encerrado, martirizandose hasta morir. Nosotros vivimos a cinco cuadras del supermercado, él iba a hacer las compras, pero se demoró muchísimo, saludándonos, dándonos muestras de afecto a mi y a nuestros hijos, como despidiéndose.

Tengo 7 hijos 5 nenas y dos varones y prácticamente ese día el se estaba despidiendo.

Después de la tragedia, empezamos la búsqueda por todos lados hasta que lo encontramos. Supimos que murió asfixiado. Gracias a Dios, nuestro consuelo fue haberlo encontrado sin calcinarse, su cuerpo entero. Aquí hubo una orden pre establecida de cierre de puertas por parte de los dueños, y nosotros reclamamos justicia por esa acción.

Ya hubo dos principio de incendio, justamente en el patio de comido y en la confitería y ni siguieron arreglaron sus desperfectos. Deberían haberlo prevenido.

Ellos aseguraron sus mercaderías, su avaricia mató a 400 personas.

Antepusieron la mercancía que la vida. Tenían que evacuar y no evacuaron a tiempo, tuvieron mucho tiempo para hacerlo, según los peritos de la ATF de Estados Unidos.

Es una lucha constante, ponemos esfuerzo y coraje para seguir resistiendo hasta conseguir nuestro objetivo: justicia.

Hay varios frentes judiciales: el ex intendente Martín Burt que le dejaron libre gracias al Fiscal General de Estado que dividió ilegalmente la causa en tres para protección política; también el oficialista Enrique Riera, que era el intendente en ese momento y tenemos otra mira que es el constructor.

María Isabel García Insfrán: “El había ido a hacer compras y me lo entregaron en una bolsa de residuos...”

Perdí a mi esposo en la tragedia del Ycuá Bolaños y sufriré por eso todo lo que me queda de vida. En este momento estamos a la espera de la sentencia del segundo juicio por que el primero fue suspendido.

Tenemos las esperanzas puestas en estos jueces para que nos den respuestas definitivas y a nuestro favor.

Hace ya tres años y seis meses que estamos en esta pelea, y logramos que se hiciera un nuevo juicio. El había ido a hacer compras y me lo entregaron en una bolsa de residuos... ese es un recuerdo feo, negro, inolvidable.

Uno debe morir pero no de esta manera.

Yo vivo sola y del recuerdo.

Afortunadamente formamos una gran familia entre todas las víctimas, lloramos y nos consolamos. El Ycúa Bolaños marcó una herida demasiado sangrante, un antes y un después.

Es mejor vivir en esta lucha por la justicia y el cambio que dejar el camino a la impunidad.

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