5 feb 2009

Movimientos Sociales5 de febrero de 2009
Una nueva etapa para el Foro Social Mundial

Belém versus Davos

Por Gustavo Torres

Durante seis días, más de 100 mil representantes de unos cinco mil movimientos sociales de 150 países debatieron en Brasil las alternativas frente a la crisis global mientras, en Suiza, el poder económico ensayaba su propia mirada de la reconstrucción de la economía mundial. Como señaló un sociólogo portugués, "si nosotros no encontramos la solución, ella vendrá de Davos, con más capitalismo y menos derechos”.

El IX Foro Social Mundial (FSM) que culminó el domingo 1 de febrero en la ciudad brasileña de Belém do Pará marcó diferencias con sus anteriores ediciones. En esta ocasión, la presencia de cinco presidentes sudamericanos (Hugo Chávez de Venezuela, Evo Morales de Bolivia, Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil, Rafael Correa de Ecuador y Fernando Lugo de Paraguay) generó una trascendencia mayor y lo apuntaló como un espacio con capacidad de perfilarse como alternativa anticapitalista ante la crisis económica, energética, ambiental y global que vive el mundo ante el fracaso de la doctrina de libre mercado parida décadas atrás con el Consenso de Washington.

Durante seis días, más de 100 mil personas provenientes de 150 países y representantes de unos cinco mil movimientos sociales debatieron y afianzaron posturas como señal de alerta sobre la crisis global y la necesidad de encauzar las luchas populares.

Antecedentes

El Foro Social Mundial surgió como una alternativa al Fondo Económico de Davos, en un momento de auge del neoliberalismo en el planeta. En el año 2001, la ciudad brasileña de Porto Alegre, un lugar que era cuna del Presupuesto Participativo y de fuerte presencia de la Central Unica de Trabajadores (CUT) y del Movimiento de los Sin tierra (MST), cobijó el primer encuentro de altermundistas. Su antecedente cercano habían sido las manifestaciones contra la Organización Mundial de Comercio en Seattle (Estados Unidos) en noviembre de 1999, que luego se extendieron por muchas otras ciudades del mundo. Las movilizaciones contra la invasión a Irak fueron el punto más alto de esa etapa antiglobalización. Hoy, esa convergencia de movimientos en sus intercambios de experiencias y coordinación de luchas se afianza en hacer parte a aquellos gobiernos progresistas de la nueva izquierda latinoamericana, con la certeza de la necesidad de pasar a una etapa de lucha más ofensiva frente al capitalismo global.

En paralelo, la 39° edición anual del Foro Económico de Davos estuvo lejos de ser aquel lugar desde donde los defensores del neoliberalismo difundían los logros del capitalismo financiero mundial. Esa voz resonante esta vez quedó reducida a los fríos Alpes suizos, donde brilló el escepticismo: el debacle de la economía de los países centrales desde septiembre de 2008 generó un imparable efecto dominó hacia la recesión.

El FSM capeó contra el precepto de la ideología del “Fin de la Historia” de los ‘90 y demostró la viabilidad de sus propuestas frente a la crisis económica y el futuro de la humanidad.

Ausencias

El Foro Social Mundial aterrizó en la ciudad brasileña de Belém, donde fueron convocados cinco mandatarios latinoamericanos, mientras que al Foro Económico Mundial de Davos, sólo asistieron dos presidentes: Felipe Calderón de México y Álvaro Uribe de Colombia. Asimismo, por obvias razones, no participaron algunas de las figuras más poderosas de los foros pasados, tal es el caso del “notable banquero” Richard Fuld, excluido por sus aliados después de que el banco de inversiones que dirigía, Lehman Brothers, colapsara el año pasado. Lo mismo ocurrió con John Thain, ex director ejecutivo de Merryll Lynch, quien, según el diario británico Financial Times, tenía previsto ser anfitrión de un desayuno de alto nivel en Davos, pero se vio obligado a renunciar. Tampoco fue parte uno de los promotores del FEM, el empresario indio Ramalinga Raju, fundador y presidente del gigante de la informática Satyam, quien está siendo investigado en relación con presuntas actividades fraudulentas por un monto de más de US$ 1.000 millones.

Con justa razón, el establishment mundial que se reunió en Davos teme que la crisis económica derive en brotes de violencia, teniendo en cuenta que las principales multinacionales anuncian el despido de cerca de 150 mil trabajadores.

La propuesta desde el Sur

Los que convocaron a Davos ensayan cómo detener esta crisis que ellos mismos provocaron, y como soluciones centrales recurren a los Estados para proteger los bancos, sin saber cómo proteger a las personas, pero madurando qué tipo de capitalismo aplicar después de esta situación.

Para el sociólogo portugués, Boaventura de Souza Santos, participante del FSM, se debe buscar una alternativa para la crisis mundial porque el riesgo es “que el Foro Económico de Davos la presente antes. Si nosotros no encontramos la solución, ella vendrá de Davos, con más capitalismo y menos derechos”.

En su papel de anfitrión, el presidente brasileño Luiz Inacio Lula Da Silva pidió, junto a sus colegas de Ecuador, Bolivia, Venezuela y Paraguay, la creación de alternativas antineoliberales que rechazaran las tendencias capitalistas que provocaron la actual crisis económica internacional y fortalecer la integración regional.

En la IX edición de FSM, la Cuba revolucionaria ocupó un espacio propicio cuando los presidentes Hugo Chávez de Venezuela, Evo Morales de Bolivia y Fernando Lugo de Paraguay, reclamaron a su homólogo de Estados Unidos, Barack Obama, la devolución a Cuba del territorio de la base naval de Guantánamo. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, aseguró que el neoliberalismo es un sistema perverso que ha colapsado y que el Foro Social Mundial es parte de la solución que el mundo necesita. No obstante, desde los movimientos campesinos, el dirigente del MST, João Pedro Stédile urgió a los presidentes a dar respuestas a la crisis económica mundial, manifestando que “los gobiernos de Latinoamérica tienen que reunirse para hacer cambios estructurales y no medicinas para el capital”. Stédile espera que los presidentes inviten a los movimientos sociales de sus países para discutir con ellos las salidas para la crisis. “Han estado muy flojos y esperamos más de ustedes”, recalcó durante la conclusión del encuentro con los presidentes.

“No alcanza con intercambiar experiencias entre militantes”

Según el secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Emir Sader, el Foro Social Mundial debe pasar al debate político porque “la propuesta de superar el neoliberalismo simplemente con la esfera social, sin la política, quedó superada”.

Sader insistió durante una entrevista con la agencia Italiana ANSA, que “ya es hora de que planteemos cómo hacemos para que la consigna del Foro, Otro Mundo es Posible, sea llevada adelante en la práctica. No alcanza con intercambiar experiencias entre militantes de todos los continentes”. “Es una oportunidad para que los movimientos y organizaciones no gubernamentales hagan un arreglo de cuentas con la política que ha estado medio ausente en los últimos años”, consideró el sociólogo brasileño.

Hugo Chávez reconoció durante su discurso que el mundo está “frente a una crisis del modelo capitalista y de las políticas irresponsables del gobierno de Estados Unidos”. Mientras, el presidente ecuatoriano admitió que el socialismo del siglo XXI se “debe profundizar en América Latina y que la autocrítica, la constante renovación y las especificidades” son sus características. Por su parte, Fernando Lugo aprovechó su presencia en Brasil para reclamar un nuevo acuerdo (y la revisión del Tratado) sobre el manejo compartido de la hidroeléctrica Itaipú Binacional. “El gobierno de Lula no nos puede decir que no a un precio justo y la libre disposición de la energía”, indicó Lugo sobre las negociaciones entre ambos países. Por último, Evo Morales reivindicó la Constitución recientemente aprobada en Bolivia, señalando como logros de la nueva Carta Magna que “los servicios básicos como el agua y la luz son derechos humanos y por eso no pueden ser privatizados”.

Si por algo se eligió la región norte brasileña para organizar el FSM 2009 es por el impacto ambiental que viene sufriendo la Amazonia, una de las regiones más afectadas por las catástrofes climáticas, cuyas consecuencias ya se están sintiendo. Teniendo en cuenta además que en ella viven diversos pueblos indígenas, durante este foro se presentaron sus reivindicaciones junto a los miles de ambientalistas presentes.

La coincidencia de las 133 mil almas presentes durante el Foro Social Mundial es que la crisis capitalista internacional está impactando en varios frentes. La crisis alimentaria es uno de ellos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), el número de personas que pasan hambre en el mundo aumentó de 832 millones en 2007 a 963 millones en 2008. La crisis ha saltado desde lo financiero y lo económico a lo climático, energético, migratorio y civilizatorio.

En consecuencia, al Foro Social Mundial se le presenta un gran desafío para reinsertarse en la construcción de otro mundo posible y la definición de plataformas post-neoliberales, como la construcción de procesos de paz justos en los epicentros de conflictos (Irak, Afganistán, Palestina, Colombia), el avance en la organización de la democratización de los medios de comunicación, y los conocimientos en la búsqueda de un mundo multipolar. Según lo propuesto en Belém por los movimientos sociales, 2009 será un año de diversas movilizaciones globales, concentrándose principalmente en los meses de marzo y abril durante la reunión de los “dueños del gran capital”, quienes buscarán descargar esta nueva crisis sobre los hombros de los pueblos del Tercer Mundo.

Política
8 de enero de 2009
ENTREVISTA EXCLUSIVA A OLIVEIRA DUTRA, FUNDADOR DEL PT

“Brasil está comenzando a dignificar a su población”

Por Gustavo Torres

Compañero de ruta del presidente Lula, afirma que en el Mercosur “el beneficio debe ser mutuo. No pretendemos, ni pensamos que Brasil pueda ser considerado un imperialista de América Latina.” Este sindicalista, que incorporó por primera vez el Presupuesto Participativo como prefecto de Porto Alegre, cuenta cómo fue su experiencia para facilitar la transparencia en la gestión de los recursos.

En Brasil han sido históricas las graves deformaciones en la elaboración y la ejecución de los presupuestos públicos, el despilfarro de los recursos y la corrupción debido a la concentración del poder. En 1988, Olívio de Oliveira Dutra —sindicalista de la banca y miembro fundador del Partido de los Trabajadores (PT)—, fue elegido prefecto de Porto Alegre para generar un cambio profundo en el destino de esa ciudad, incorporando por primera vez el Presupuesto Participativo, inspirado en los principios de la Comuna de París de 1871. Dutra también trasladó esa idea trabajada en el plano local al estadual, al ser gobernador de Río Grande do Sul (RS). La materialización del Presupuesto Participativo permite a la población colaborar, junto a técnicos y autoridades locales, en la formulación y el seguimiento de los fondos municipales, por lo que inspiró su implementación en varias ciudades del mundo.

Como invitado especial, Olívio Dutra participó en el Primer Encuentro Nacional de Presupuestos Participativos, jornada realizada en la ciudad de La Plata del 12 al 14 de diciembre, auspiciada por la Secretaria de Relaciones Parlamentarias de la Nación y por la Municipalidad de La Plata. De aspecto gauchesco y amplia sonrisa, el político riograndense charló distendido con ZOOM sobre su trayectoria sindical y política, de sus gestiones y la implementación del Presupuesto Participativo durante su mandato, así como de su visión de la integración regional.

Los cargos ocupados por Olívio Dutra en la política brasileña van desde la dirección nacional del PT (1987) a ministro de las Ciudades durante el primer mandato del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, con quien llegó a compartir luchas sindicales y políticas, y hasta un apartamento en Brasilia cuando fue diputado Federal (1986). Este líder petista y confeso apasionado por la cultura popular latinoamericana, decidió firmar un contrato con la sociedad para facilitar la transparencia en la gestión de los recursos e inaugurar una nueva forma de gobernar: la democracia participativa.

—¿Cómo fueron sus comienzos políticos dentro de las filas del Partido de los Trabajadores (PT) en el estado de Río Grande do Sul?

—Mi experiencia como petista comienza con la fundación del Partido de los Trabajadores (PT) en febrero de 1980. Participamos en la creación del partido junto con el hoy compañero presidente, Luiz Inácio Lula da Silva. Diría que no hay una experiencia definitiva, sino que uno se va enriqueciendo siempre en y con la militancia partidaria. Actualmente presido la dirección del PT en el estado de Río Grande do Sul. Fui prefecto de Porto Alegre, gobernador de Río Grande do Sul, y durante el primer gobierno de Lula estuve como ministro de las Ciudades, uno de los primeros ministerios creado por el gobierno de Lula. En el año 1986 fui Constituyente junto con el presidente Lula. Antes de ser diputado federal estuve en la militancia sindical durante la década del ‘70. En plena dictadura militar me tocó dirigir el Sindicato de Bancarios de Porto Alegre, cuando era funcionario del Banco del estado de Río Grande do Sul. Actualmente soy jubilado bancario.

Como dirigente sindical bancario, junto con otros compañeros sindicalistas, estudiantes, militantes políticos y sociales fuimos víctimas de la represión de la dictadura, donde las detenciones y apresamientos eran comunes. Sin embargo, esto no impidió que continuásemos la lucha para construir el PT, la Central Única de Trabajadores de Brasil (CUT) y lograr la Constituyente. Desde la prefectura de Porto Alegre pasé al gobierno estadual, donde estuve diez años. Antes que resaltar mis experiencias de gestión, me considero sobre todo un trabajador incansable que lucha por un proyecto transformador por el bien de nuestra sociedad.

Democracia participativa

—¿Cuándo se implementó el Presupuesto Participativo y cuáles fueron los desafíos?

—El Presupuesto Participativo se implantó en Porto Alegre a partir de 1989 como un proceso abierto y no como una fórmula mágica o receta rápida y acabada. Pude vivenciar esa rica experiencia en tres niveles de gobierno: como Intendente de Porto Alegre, como Gobernador de RS y como ministro de las Ciudades. Cuando el Frente Popular (PT/PCB) ganó las elecciones para la intendencia de Porto Alegre, llevábamos el compromiso y la voluntad política de ir más allá de la democracia representativa formal. La democracia participativa ya germinaba, brotaba y se propagaba en el interior de los movimientos populares de fuerte tradición asociativa en la capital. Venía tomando cuerpo a medida que el pueblo se iba organizando en sus decisiones. Los primeros pasos del Presupuesto Participativo en Porto Alegre fueron dados con un alto grado de espontaneidad y en el ámbito de un terreno labrado por el protagonismo de una parte de la población que, sedienta de justicia social, ya realizaba su camino hacía décadas. Este clima y cultura, asociados a las condiciones de penuria de las arcas de la intendencia existentes hasta el momento, obligaron al gobierno del Frente Popular, al instalarse, a abrir de inmediato una discusión franca con el movimiento social sobre la estructura de la hacienda pública y del dispendio de los recursos del municipio. Los efectos del Presupuesto Participativo pueden ser observados desde el punto de vista del elevado grado de politización de su pueblo, pero también, en la mejora de las condiciones de vida de su población.

—¿Cómo se fueron dando esos cambios?

—Al implementarse el Presupuesto Participativo, atrás quedaron los espacios donde participaban únicamente los técnicos y las autoridades del gobierno municipal, decidiendo sobre la recaudación de impuestos y el gasto de los fondos públicos, encerrados en sus oficinas. Es la población, a través de un proceso de debates y consultas, quien determina y decide la cantidad de los ingresos y los gastos, así como dónde y cuándo realizar las inversiones, cuáles son las prioridades y cuáles son los planes y acciones que debe llevar a cabo el Gobierno.

Las dificultades y los desafíos al inicio de ese proceso fueron muchos. Nuestro gobierno se encontró con una intendencia con inmensos problemas financieros. Y esto no debía impedir, sino más bien impulsar la implementación de una gestión democrática y participativa. Con mucho debate, e involucrando a la comunidad y a la Cámara de Legisladores, implementamos una reforma tributaria con el objetivo de recuperar la capacidad financiera del municipio y la viabilidad de inversiones para atender, inicialmente, la reivindicaciones históricas de la población más pobre. El Presupuesto Participativo se fue afirmando como un espacio de formulación de decisiones democráticas sobre fondos y dispendio públicos y prioridades de inversiones en la ciudad. Al tratarse de una experiencia abierta, cada año fueron surgiendo foros, comités, congresos y canales de participación ciudadana en Porto Alegre. El estímulo permanente para que la sociedad se movilizara —incentivándola a participar de la construcción de un nuevo modelo de gestión y de ciudad— y la inclusión de nuevos sujetos sociales, constituyeron elementos importantes y definidores de la conformación de la gestión participativa en nuestra capital.

“Con nuestro gobierno, Brasil está comenzando a dignificar a su población”

—¿Qué opina de la experiencia petista en el poder?

—La elección de Lula trajo consigo la reafirmación de nuestro país como nación. Una nación que busca dialogar con todos los pueblos del mundo, en especial con los pueblos que luchan por su soberanía, por su identidad y sobre todo contra la opresión de los países ricos y poderosos. Desde un comienzo, nuestra dirección partidaria apuntó contra la estructura económica mundial, y por lo tanto nos sentimos solidarios con aquellos pueblos que resisten ese embate. Personalmente creo que Brasil tiene mucho que aprender de la experiencia que se están gestando en América Latina, desde la experiencia de los compañeros presidentes de Paraguay, Fernando Lugo, Evo Morales de Bolivia y los presidentes de Venezuela, Ecuador y Nicaragua, así como de las compañeras presidentas de Chile y Argentina.

Estos procesos que estamos viviendo representan una insurgencia democrática contra el proyecto neoliberal implementado en América Latina y el mundo entero. Brasil está preparado para establecer mayores relaciones y diálogos con África, con India, China, entres otros países. Debemos ser los mensajeros de la paz y ser solidarios con todos los pueblos del mundo y ayudar en la construcción de efectivos espacios democráticos.

Tenemos que presionar para que la propia Oranización de las Naciones Unidas (ONU) vislumbre los cambios en su estructura de poder. Los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC), hoy día están carentes de una efectiva apertura democrática. Nosotros como país debemos tener una visión holística del mundo en relación con el medio ambiente, con la naturaleza y con la vida en general; eso es fundamental para empezar a ocuparnos de nuestro futuro y presente. El desenvolvimiento deber ser sustentable, que no sea un desenvolvimiento impuesto, que genera guerra, que destruye naturaleza y que concentra riqueza. Creo que con nuestro gobierno, Brasil está comenzando a dignificar a su población, sobre todo a los más olvidados durante siglos: los pobres.

Más que hablar de mi experiencia gubernamental, más bien me siento un aprendiz con ganas de seguir conociendo la rica experiencia de los pueblos hermanos, por eso es importante extender la solidaridad internacional y los respetos por las identidades y la soberanía de los pueblos. En ese rumbo estamos transitando con el compañero Lula en la presidencia.

—¿Qué papel puede cumplir Brasil dentro del Mercosur?

—Un papel protagónico. No podemos desentendernos de los acuerdos y compromisos bilaterales, por ejemplo el tratado de Itaipú con Paraguay, y otros acuerdos que tenemos con nuestros vecinos. El beneficio debe ser mutuo. No pretendemos, ni pensamos que Brasil pueda ser considerado un imperialista de América Latina, tampoco que Brasil pueda ser víctima de cualquier injusticia en el marco del Derecho Internacional. Debe primar la buena y legítima convivencia entre nosotros para no caer en la garra de los intereses de afuera, los intereses de grupos privados internacionales que siempre desangraron nuestra América para aplicar las políticas de expoliación, como el modelo neoliberal. En nuestro bloque regional, ya no debemos permitir que un Estado quede en manos privadas o convertirse en un Estado mínimo. Estas experiencias fueron dolorosas para nuestros pueblos. Mientras el modelo dilapidaba los recursos, la población quedaba al desamparo de todos, incluso del Estado; sin embargo, cuando quiebran —como lo estamos viendo ahora—, corren detrás de los recursos públicos, y en ese caso, el Estado les sirve. Pero mientras hay ganancia, el lucro es privado, y sólo socializan sus perdidas. Frente a este mandato, Brasil junto con sus vecinos, deben pasar a ser protagonistas para que definitivamente podamos desterrar de nuestra región y de Latinoamérica esta ideología de lucro y defraudación. Somos conscientes de que Brasil tiene mucho que trabajar aún por su soberanía y la reivindicación social de su pueblo, y sobre todo, integrarse del todo con sus vecinos y ser más solidario. Estas premisas deben ser una preocupación permanente de nuestros países para que seamos constructores de una nueva sociedad, solidaria con los más débiles y oprimidos.

Cuba, por ejemplo, merece una solidaridad permanente y efectiva. Cada país debe participar en igualdad y con una real toma de decisión como pueblo dentro del bloque. El presidente Lula es una gran figura reconocida internacionalmente y no practica hegemonismo, tiene un corazón abierto y una bondad enorme para ser parte de todos los proyectos que los pueblos de nuestra América latina quieren afirmar para rescatar sus derechos y afirmar legitimidad de sus gobiernos democráticamente electos, radicalizar el proceso democrático para que la democracia no sea sólo discurso y formalidades para pasar a ser una realidad política, económica y cultural, y que definitivamente se llegue a la distribución de la riqueza para millones de seres humanos de nuestro continente y el mundo entero.

Opinión3 de diciembre de 2008
OPINON
Gustavo Torres

Los cien días de Lugo

Por Gustavo Torres

En un escenario de reclamos sociales, pujas políticas e incertidumbre sobre el futuro económico, el mayor desafío de Lugo es la aplicación de la reforma agraria, su principal promesa de campaña.

Al ser rehén de su propia composición en la Alianza Patriótica para el Cambio, de mayoría conservadora, el gobierno se encuentra en una situación difícil para enfrentrar salidas concretas a la crisis agraria. Lugo parece un ejecutivo solitario sin organización política propia, sin el respaldo del Congreso (controlado por el Partido Colorado y el UNACE de Oviedo) y de un viciado Poder Judicial, que está lejos de acompañar el proceso de cambios que apostó el pueblo paraguayo.

Sin embargo, distintos sondeos de opinión encargados por los medios coinciden en que la imagen de la gestión presidencial es positiva, porque sigue concentrando las expectativas de cambio, aunque en algunos sectores de la población se percibe un leve desencanto.

Para el analista político Alfredo Boccia Paz, a estos cien días de gestión le faltó espectacularidad, porque las modificaciones han sido muy paulatinas y sin virajes drásticos.“Creo que estamos dando pasos lentos, adelante, con dificultades, pero vamos a seguir avanzado. Mi gobierno constituye una respuesta inequívoca a las muchas demandas acumuladas y oportunidades perdidas en las últimas décadas”, sentenció Lugo al evaluar estos primeros meses de gobierno.

El conflicto agrario

El asesinato de líder campesino Bienvenido Melgarejo el pasado 3 de octubre en manos de la Policía Nacional durante una ocupación de tierras en el departamento de Alto Paraná, elevó el nivel de violencia durante el conflicto agrario, que ha enfrentado a latifundistas y movimientos sin tierra. Frente a esta situación, el movimiento campesino activo organiza marchas y ocupaciones masivas en latifundios de todo el país. Estas presiones lograron acelerar la creación del Consejo Nacional de Reforma Agraria (CNRA), en el cual el gobierno destinó 15 millones de dólares para mejorar la situación de los labriegos. Además, el Instituto de Desarrollo Rural y de la Tierra (INDERT) emprendió el proceso administrativo para identificar más de 8 millones de hectáreas de tierras mal habidas, propiedades mal adjudicadas durante los distintos gobiernos colorados, en su mayor parte entregadas durante la dictadura de Stroessner y la llamada “transición democrática”.

“Queremos recuperar estas tierras que están en manos de personas que no son sujetos de la reforma agraria (políticos, jueces, comerciantes, militares entre otros) y entregárselas a los campesinos”, afirma Alberto Alderete, presidente del INDERT. Abogado de vasta trayectoria en el tema, fue propuesto por los movimientos sociales para conformar el gabinete de Lugo. Para frenar la extranjerización de las tierras, el gobierno prohibió las ventas de tierras productivas a los extranjeros. Un estudio realizado por la no gubernamental Base IS, destaca que el 70% de las tierras agrícolas paraguayas están actualmente en manos de terratenientes extranjeros, en su mayoría brasileños.

La reacción gubernamental no ha sido menor en estos tres meses de gobierno, con más de 60 desalojos, decenas de heridos y golpeados en los procedimientos.

En ese aspecto, se ve intacta la dinámica de represión tradicional. La fiscalía no queda atrás en el momento de orientar la represión hacia los movimientos sociales junto a las fuerzas de seguridad -más de cien campesinos fueron asesinados dentro de la lucha por la tierra desde la apertura democrática en 1989. La estrategia de “ocupar y resistir” ha servido al movimiento de sin tierra para que en los últimos cinco años recuperaran más de 250 mil hectáreas de tierras para producir. Además de la demanda por la reforma agraria, las distintas marchas campesinas, apuntan a la reforma del Poder Judicial y la Fiscalía General del Estado, evitando la cuota política para la designación de los ministros de la Corte Suprema. “Los principales aliados de la corrupción y la impunidad en nuestro país son la Fiscalía General del Estado y el Poder Judicial, quienes criminalizan la lucha social”, afirmó Hugo Richer, del Frente Patriótico Popular (sector que agrupa a organizaciones campesinas, de sin techos y movimientos de izquierda). Estas agrupaciones están en movilización permanente en varios departamentos del país para pedir por la Reforma del Poder Judicial y la Fiscalía General del Estado, por la Reforma Agraria Integral, por la Soberanía Nacional, por Política Social y por la realización de la Asamblea Nacional Constituyente.

Si bien el enfoque de la gestión de Lugo apunta a la transparencia administrativa y las políticas sociales enfocadas para disminuir la extrema pobreza, pocas acciones se han notificado hasta ahora contra los corruptos y represores.

En lo económico, el cambio ha sido mínimo: algunos viceministros siguen siendo los mismos. El ministro de Hacienda, Dionisio Borda, estima que el país crecería cerca de un 3% en 2009, por debajo del 5% previsto originalmente por el Gobierno, debido al impacto de la crisis financiera mundial.

En materia de justicia social, Lugo ha obtenido tal vez los mejores resultados en el área de salud: por vez primera la atención en los hospitales públicos es totalmente gratuita. En el área educativa “se espera que el inicio del ciclo escolar de 2009 sea sin un solo maestro ad honorem en las escuelas, además de implementarse un sistema de becas y asistencia económica a escolares de bajo recursos para reducir la deserción escolar”, vaticinó el ministro de Educación, Horacio Galeano Perrone.

Política
12 de noviembre de 2008
TENSION ENTRE BRASIL Y PARAGUAY

Fronteras vivas

Por Gustavo Torres

Con el segundo operativo “Frontera Sur” realizado entre el 13 y el 24 de octubre, Brasil exhibió su poder de fuerza en la región. Las maniobras se extendieron a las fronteras con Uruguay, Paraguay y Argentina y suscitaron la reacción inmediata del gobierno de Fernando Lugo, quien la consideró una “provocación”.

Con el segundo operativo “Frontera Sur” realizado entre el 13 y el 24 de octubre, Brasil exhibió su poder de fuerza en la región. Las maniobras se extendieron a las fronteras con Uruguay, Paraguay y Argentina sustentadas por la Ley Nº 11.631, promulgada por el presidente Lula Da Silva a fines de 2007, por la que se crea el Sistema Nacional de Movilización (Sinamob) con el objeto de proteger los intereses brasileños y de sus ciudadanos en el exterior.

Esta segunda versión, realizada a menos de cuatros meses de la primera, movilizó a unos diez mil hombres con munición real, e incluyó una hipótesis de rescate de conciudadanos y ocupación de usinas hidroeléctricas (exercício de extrusão em hidrelétrica). Las maniobras incitaron la reacción inmediata del inaugurado gobierno de Fernando Lugo, quien la consideró una “provocación”. El jefe de Comando Militar del Sur, general José Carvalho Siqueira, había declarado que si Lula se lo ordenara, ocuparían Itaipú para demostrar al Paraguay que “los militares brasileños están atentos y preocupados con la situación de los brasiguayos , como se conoce a los brasileños y sus descendientes que viven dentro de Paraguay.

Fronteras calientes

Si bien Brasilia argumenta que es para combatir el tráfico de drogas, armas y mercadería en la Triple Frontera, el canciller guaraní, Alejandro Hamed Franco, declaró que “los ejercicios apuntaban hacia el territorio paraguayo, sin aviso previo”. Brasil aplica la doctrina de fronteras vivas: “mi frontera se extiende hasta donde están mis connacionales y mis intereses económicos”.

Ante esto, Lugo pidió explicaciones al embajador brasileño en Asunción y advirtió que “ningún milímetro del territorio, ni la cultura, ni la soberanía pueden ser molestados. Si esto ocurriera, la reacción paraguaya no se dejará esperar”, y sostuvo que el general Carvalho Siqueira realizó una hostil provocación al país, en tiempos de integración y no de conflictos en la región.

Durante una reunión mantenida entre Lugo y Lula el viernes pasado, este último pidió disculpas por las expresiones del militar. Lugo respondió con humor, admitiendo que en la reunión se repasaron “las pequeñas escaramuzas” que mantienen ambos países.

La Gran Marcha al Este

Desde los años ‘50, el aumento de la influencia brasileña fue consecuencia de un giro geoestratégico de Stroessner, quien buscaba reducir la dependencia del Río de la Plata, desde donde históricamente Paraguay se conectaba al mundo. Se colonizaron los territorios orientales, y finalizó la construcción de la carretera Asunción-Ciudad del Este, completada con el “Puente de la Amistad” (1962) que conecta con territorio brasileño.

Esa integración asimétrica se completó con la construcción de la hidroeléctrica Itaipú, cuya magnitud provocó un cambio radical en la geografía local. La represa se construyó durante la crisis del petróleo de los ‘70, en medio de las dificultades de Brasil por sustentar su desarrollo industrial con combustible barato.

La energía de Itaipú alimenta al complejo industrial paulista. Eso genera debates en ambos países desde que Lugo hizo del tema la columna vertebral de su campaña para las elecciones presidenciales de abril de 2008. Paraguay quiere multiplicar al menos cinco veces los ingresos que obtiene por la venta de la parte que le corresponde de la energía (unos 46 millones de megavatios/hora) que le aporta 300 millones de dólares al año, pero que a precio de mercado se elevaría a 1.500 ó 2.000 millones de dólares anuales.

El analista político paraguayo Víctor Barone señala que “si Brasil le condonara toda la deuda de Paraguay y pasara a pagar 1.500 millones de dólares por la energía de Itaipú, no alteraría su equilibrio económico. El interés de Brasil es geopolítico, teniendo en cuenta que muchos de sus ciudadanos e inversiones están en Paraguay”.

“La presencia del capital brasileño en Paraguay es cada día más importante. Además del agronegocio, está en la distribución de combustibles (Petrobras tiene casi el 45% del volumen total del mercado), en el sector financiero (Interbanco, filial de Unibanco, es el mayor banco minorista), en la carne (el 60% de los frigoríficos tienen participación de capitales brasileños), y en otros sectores menores como servicios varios, transportes aéreos, etc.”, agregó Barone.

Al referirse a los brasiguayos, Barone señala que “son el producto de la política expansionista de la dictadura militar brasileña en las décadas del ´60 y ´70 sobre la base ideológica de la Guerra Fría y la doctrina estratégica de las fronteras vivas”.

Tierras y soja

Una semana antes de que se iniciaran las maniobras, Lugo prohibió la venta de tierras cultivables a extranjeros, una medida que irritó y preocupó a los cientos de terratenientes brasiguayos que controlan las fincas sojeras cerca de la frontera. Durante la dictadura de Stroessner, en concordancia con Itamaraty, se había facilitado la extranjerización de esas fértiles tierras fronterizas a precios irrisorios. Entretanto, diversas organizaciones campesinas paraguayas están reclamando contra la posesión de tierras en manos de brasiguayos.

Más allá de sus iniciativas regionales, Brasil es el único país latinoamericano con un plan estratégico de defensa definido, un empresariado agresivo y fuerzas armadas con vocación nacionalista que no parecen dispuestos a dejarse someter por ninguna potencia.

En contraste, Paraguay otorgó inmunidad diplomática a unos 400 marines estadounidenses para realizar ejercicios entre 2005 y 2006, y se sospecha que hay una base militar de Estados Unidos en Mariscal Estigarribia, región occidental del Paraguay.

Por la postergada reforma agraria en Paraguay, movimientos campesinos paraguayos se encuentran acampando alrededor de los latifundios. “Si Brasil sigue con su despliegue persuasivo, el conflicto tomará ribetes de ascenso y pueden ocurrir sucesos drásticos en los próximos días”, vaticina Barone, “pues en una situación de conmoción social puede darse un grave problema para Brasil, que deberá proteger a sus ciudadanos y a sus inversiones”, alega. “Esa es una disputa típica entre la metrópolis con la colonia y sus ciudadanos”, concluye.

Triangulación

Brasil y Paraguay tienen una frontera común de 1.300 kilómetros, que incluyen 400 de frontera seca, paso frecuente de tráficos ilegales de todo tipo. Esto motiva constante ingresos ilegales de militares y policías brasileños en territorio paraguayo persiguiendo a supuestos “delincuentes”.

El gran frente de conflicto es la Triple Frontera, en especial Ciudad del Este, unida a través del “Puente de la Amistad” con Foz de Iguazú. Todo indica que los militares brasileños permanecerán en la zona del puente para continuar realizando tareas de seguridad interior y como soporte de la Receita Federal (Secretaría de Ingresos Federales) para el control de los denominados sacoleiros (turistas compradores).

Hacia 1980, Stroessner alentó la denominada triangulación económica o contrabando encubierto, que contó con el apoyo de Brasil aunque éste tenía altos aranceles para productos manufacturados de terceros países. Los importadores paraguayos triangulaban productos chinos que luego reintroducían en Brasil.

Este modelo comenzó a cambiar durante la presidencia de Cardoso: apertura de mercados, zonas francas y amenazas (no cumplidas) de construir un muro de 1,5 kilómetros de largo por tres metros de altura en Foz de Iguazú, frente a Ciudad del Este, para frenar el contrabando. Si los comercios de Ciudad del Este se cierran, la economía paraguaya se desbarranca, manifestó en su oportunidad el experto en geopolítica y actual ministro de Educación de Lugo, Horacio Galeano Perrone.

Cambios de paradigma

Esa prosperidad parece cosa del pasado. Según cifras del Banco Central de Paraguay, las transacciones en Ciudad del Este ascendieron a 15 mil millones de dólares durante 1995, pero hoy apenas llegan a 3 mil millones. Cerraron comercios, se redujeron el empleo y las inversiones, lo que preanuncia el agravamiento de problemas sociales.

Ante esta situación, Brasil tomó la iniciativa con el “Plan Lula”, que contempla la instalación de industrias estratégicas de capital brasileño, construcción de un segundo puente, una línea de transmisión de alta tensión entre Itaipú y Asunción, y la unión ferroviaria entre Paranagua, Foz de Iguazú y la capital del Alto Paraná que unirá Encarnación y Posadas, Argentina. El plan incluye facilidades impositivas para los sacoleiros.

La iniciativa genera desconfianza del lado paraguayo: “Es como lanzar globos sondas sobre el país, como lo fue el plan de reconversión de Ciudad del Este que ofrecieron los brasileños para desestimular la radicación de empresas industriales taiwanesas en el Parque Industrial Oriente en la década de 1990”, afirman especialistas paraguayos.

En este marco de conflicto social interno, sumado a la influencia que sigue teniendo el Partido Colorado aunque fue desplazado del poder formal, es natural que los ciudadanos paraguayos miren con suma desconfianza la realización de ejercicios militares del poderoso vecino.